De acuerdo al último informe de la OCDE, tres de cada cuatro chilenos tienen sobrepeso u obesidad. Esto posiciona a Chile, por primera vez, en el país con más sobrepeso y obesidad entre los miembros del organismo de cooperación más importante del mundo, incluso por encima de México y Estados Unidos.

Una mirada un poco más desagregada de este lapidario informe revela que Chile es el tercer país que ha presentado un mayor incremento de la obesidad entre los jóvenes de 5 a 19 años, sólo superado por Estados Unidos y Arabia Saudita.

Según otro reporte reciente, el primer Atlas de Obesidad Infantil de la Federación Mundial de Obesidad, organización internacional de la comunidad médica y científica; a nivel latinoamericano hoy Chile se ubica en el segundo lugar en el ranking de obesidad infantil, después de Argentina. Además, indica que para 2030 nuestro país tendrá cerca de 800.000 niños y adolescentes que sufrirán obesidad. Los datos del programa Elige Vivir Sano lo confirman: el 80,4% de los niños menores de ocho años sufre de sobrepeso u obesidad, y casi un 2% padece obesidad mórbida

Estos pronósticos nos sitúan en la peor posición dominante en que podríamos estar: como líderes internacionales de obesidad. Una realidad en extremo preocupante.

El Día Mundial de la Obesidad, que se conmemora el 12 de noviembre, tiene el objetivo de reducir para 2025 los niveles de sobrepeso y obesidad a los existentes en 2010 y disminuir en 25% las muertes por enfermedades no transmisibles, incluyendo las enfermedades cardiovasculares.

La obesidad, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, se ha convertido en una epidemia mundial, cuyos casos se han triplicado en el planeta en los últimos 30 años. Sin duda, un problema de salud pública, no sólo por al alto número de casos, sino además por su directa relación con enfermedades crónicas no trasmisibles, como la diabetes.

Probablemente, la concepción de obesidad como enfermedad favorecerá la gestión de recursos para prevención, tratamiento e investigación, contribuyendo a reducir el estigma y discriminación de muchas personas con obesidad. Hasta que sea reconocida universalmente como una enfermedad crónica y no una elección de estilo de vida, será poco probable la reducción de su prevalencia.

Es necesario partir desde una nueva mirada para abordar en todas sus dimensiones esta grave enfermedad, en que cada vez tenemos un liderazgo más creciente. Esperamos que como sociedad hagamos un esfuerzo decidido para concientizar a nuestra comunidad, en todas las instancias posibles, sobre la gravedad de esta patología, la necesidad de insistir en hábitos de alimentación saludables y la importancia de la consulta oportuna con especialistas, para que salgamos definitivamente de los primeros lugares de esta preocupante realidad.

 

Dr. Mauricio Gaete

Director Médico Corporativo

Red Interclinica

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.